Skip to main content
Siirrot

Opinión impopular sobre un embrollo de tomo y lomo

Opinión impopular sobre un embrollo de tomo y lomo

Jaa

Vamos al lío. Hace años que quien esto escribe sostiene una línea crítica acerca de cómo los gestores del Atlético de Madrid se hicieron con un club que antes era de sus socios. Escrito está. Y eso sigue siendo así, porque como el esfuerzo en el Atleti, eso no es negociable. Puntualizado eso, al grano: la información publicada por “El Mundo” relata que Barça y Atleti han zanjado el asunto del fichaje de Griezmann haciendo las paces, relatando que el club azulgrana paga 15 millones de euros a los colchoneros, con la intención de evitar que salgan a la luz presuntos documentos comprometedores sobre el fichaje, camuflando la cuestión con un pacto mediante el cual el Barça obtiene un derecho de tanteo sobre cinco jugadores del Atleti, dos de ellos, de la primera plantilla, Saúl y Giménez. Nada más publicarse la noticia, que corrió como un reguero de pólvora, cientos de aficionados atléticos han puesto el grito en el cielo, cargando contra la gestión rojiblanca. A bote pronto, una reacción comprensible por el caldo de cultivo generado en casos pretéritos donde el Atleti nunca ha sabido defender lo suyo. Pues con perdón, este no es el caso. Sin embargo, curioso, el mismo fenómeno se ha producido entre miles de hinchas del Barcelona, que han criticado el hecho de que su directiva y sus satélites jurasen y perjurasen que el Barça no pagaría ni un solo euro más que la cláusula de Antoine, cuando la realidad es que el fichaje, si la información de "El Mundo" es veraz, les va a salir por 135 millones de euros.

La pregunta del millón es ¿qué club ha defendido mejor sus intereses? La respuesta es clara. El Atlético de Madrid, de aquí a Lima. Primero, porque el caso dibujaba posibles consecuencias lesivas para el Barcelona, mientras que el Atlético, aún en el caso de haber podido probar la existencia de negociaciones, tenía casi imposible poder pedir daños y perjuicios para exigir 80 “kilos” más, completando los 200 de la cláusula. Segundo, porque la RFEF había zanjado ya este asunto, con una multa para el Barça que castigaba negociar con un jugador con contrato en vigor con apenas 300 euros (sic). Cantidad que, por cierto, algunos presumían de recurrir en altas instancias. O incluso de pagar en cómodos plazos. Algunos se reían a carcajadas. Tenían motivo. Ahora resulta que lo que eran 300 euros, miren ustedes por dónde, se han transformado en 15 millones. Y el dinero no sale de una SAD, sino del bolsillo de los socios del Barcelona. Alguno ya no se ríe tanto. Los que fabulaban pensando que el enfado del Atleti consistía en una serie de bravatas sin fundamento, ahora chocan con la realidad. El enfado, el asunto, el jaleo o si alguien lo prefiere, el silencio, tiene un precio. Y son 15 millones, no 300 euros. Contra la corriente generalizada entre los aficionados que han opinado sobre el caso, la opinón impopular de servidor sobre este embrollo de tomo y lomo es que el asunto se ha zanjado con una jugada maestra del Atleti y un sobreprecio pagado por el Barça. 

Como el asunto está lleno de aristas, algunos protestan por el derecho de tanteo que, según “El Mundo”, obtiene el Barça por cinco jugadores del Atleti, dos de ellos, de la primera plantilla. Uno, Saúl. Otro, Giménez. A ropa, que hay poca. Pero ¿qué es un derecho de tanteo? Pues verán, es muy simple:  el tanteo es un derecho real de que faculta a su titular para adquirir un jugador igualando el precio de la oferta de un tercero. Ejemplo: el Atleti no pone en venta a ningún jugador, sino que Barça paga supuestamente por la opción de igualar la mejor oferta que reciba el Atleti por Saúl y Giménez, en un determinado periodo de tiempo. Primero, si el Atleti no quiere vender, no lo hace. Segundo, si el jugador no quiere irse, no se va. Y tercero, si por ejemplo, el Atleti recibe una oferta de 90 millones de euros por Saúl de un tercer club, se lo comunicará al Barça y si el club catalán quiere, tendrá que poner esos 90 antes de 48 horas para ficharlo. Es decir, que la decisión siempre sigue siendo del Atlético de Madrid. Por cierto, información de servicio: Saúl tiene una cláusula de 150 millones y Giménez, de 120. Traducción: el acuerdo confidencial al que han llegado ambos clubes, salvo que el Atleti tenga una gran oferta y decida vender, es papel mojado. Ni el Barça decide, ni tiene la sartén por el mango, ni el club rojiblanco está obligado a nada. Es decir que, salvo mejor opinión, el Barça paga 15 “kilos”, con el dinero de sus socios, por algo que decidirá el Atleti. 

¿Firmar un derecho de tanteo garantiza tener un jugador al final? Ahí está la historia para reflejarlo: en 2013, fichaje de Villa mediante, el Barça pactó un derecho de tanteo sobre el propio Saúl. El jugador, lejos de salir, sigue siendo propiedad rojiblanca.  Es decir, aunque un club tenga apalabrado y firmado un derecho de tanteo sobre un jugador, el que tiene la última palabra sobre cualquier operación es el club tenedor de los derechos del futbolista. Y si no quiere, no vende. En un asunto así, nadie puede tener duda de que algunos aficionados de una SAD tendrían derecho a pedir explicaciones y responsabilidades de lo sucedido. Ahora piensen en un club propiedad de sus socios y traten de comprender cómo es posible que un club que presumía de que no pagaría ni un euro más que la cláusula por un jugador y que se jactaba de haber sido castigado con 300 euros -recurribles y pagados en cómodos plazos-, ahora haya decidido pagar 15 millones, con el dinero de los socios, a cambio de un derecho de tanteo sobre cinco jugadores sobre los que no tendrá ningún poder de decisión, salvo que otro club quiera vender esos activos.

Conclusión: en un embrollo de tal calibre, un club que ha sacado más de lo que parecía que iba a sacar y otro, que presumía de haber hecho todo bien, ha acabado pagando más de lo que pensaba. La cuenta es sencilla: el Barça paga otros 15 millones – en total, 135 “kilos”-, para hacer las paces con un club al que le RFEF había “contentado” con 300..euros. El Atleti no tiene mucho de lo que poder presumir, pero no sale lesionado del asunto. En cambio, el Barcelona, que es un club de sus socios, tendrá que explicar los detalles de todo este asunto y sobre todo, de por qué paga un dinero para tener derechos que sólo dependen de la voluntad del propio Atleti. No es triste la verdad. Lo que no tiene, es remedio. Que cada palo aguante su vela.

Rubén Uría

Opinión impopular sobre un embrollo de tomo y lomo

Vamos al lío. Hace años que quien esto escribe sostiene una línea crítica acerca de cómo los gestores del Atlético de Madrid se hicieron con un club que antes era de sus socios. Escrito está. Y eso sigue siendo así, porque como el esfuerzo en el Atleti, eso no es negociable. Puntualizado eso, al grano: la información publicada por “El Mundo” relata que Barça y Atleti han zanjado el asunto del fichaje de Griezmann haciendo las paces, relatando que el club azulgrana paga 15 millones de euros a los colchoneros, con la intención de evitar que salgan a la luz presuntos documentos comprometedores sobre el fichaje, camuflando la cuestión con un pacto mediante el cual el Barça obtiene un derecho de tanteo sobre cinco jugadores del Atleti, dos de ellos, de la primera plantilla, Saúl y Giménez. Nada más publicarse la noticia, que corrió como un reguero de pólvora, cientos de aficionados atléticos han puesto el grito en el cielo, cargando contra la gestión rojiblanca. A bote pronto, una reacción comprensible por el caldo de cultivo generado en casos pretéritos donde el Atleti nunca ha sabido defender lo suyo. Pues con perdón, este no es el caso. Sin embargo, curioso, el mismo fenómeno se ha producido entre miles de hinchas del Barcelona, que han criticado el hecho de que su directiva y sus satélites jurasen y perjurasen que el Barça no pagaría ni un solo euro más que la cláusula de Antoine, cuando la realidad es que el fichaje, si la información de "El Mundo" es veraz, les va a salir por 135 millones de euros.

La pregunta del millón es ¿qué club ha defendido mejor sus intereses? La respuesta es clara. El Atlético de Madrid, de aquí a Lima. Primero, porque el caso dibujaba posibles consecuencias lesivas para el Barcelona, mientras que el Atlético, aún en el caso de haber podido probar la existencia de negociaciones, tenía casi imposible poder pedir daños y perjuicios para exigir 80 “kilos” más, completando los 200 de la cláusula. Segundo, porque la RFEF había zanjado ya este asunto, con una multa para el Barça que castigaba negociar con un jugador con contrato en vigor con apenas 300 euros (sic). Cantidad que, por cierto, algunos presumían de recurrir en altas instancias. O incluso de pagar en cómodos plazos. Algunos se reían a carcajadas. Tenían motivo. Ahora resulta que lo que eran 300 euros, miren ustedes por dónde, se han transformado en 15 millones. Y el dinero no sale de una SAD, sino del bolsillo de los socios del Barcelona. Alguno ya no se ríe tanto. Los que fabulaban pensando que el enfado del Atleti consistía en una serie de bravatas sin fundamento, ahora chocan con la realidad. El enfado, el asunto, el jaleo o si alguien lo prefiere, el silencio, tiene un precio. Y son 15 millones, no 300 euros. Contra la corriente generalizada entre los aficionados que han opinado sobre el caso, la opinón impopular de servidor sobre este embrollo de tomo y lomo es que el asunto se ha zanjado con una jugada maestra del Atleti y un sobreprecio pagado por el Barça. 

Como el asunto está lleno de aristas, algunos protestan por el derecho de tanteo que, según “El Mundo”, obtiene el Barça por cinco jugadores del Atleti, dos de ellos, de la primera plantilla. Uno, Saúl. Otro, Giménez. A ropa, que hay poca. Pero ¿qué es un derecho de tanteo? Pues verán, es muy simple:  el tanteo es un derecho real de que faculta a su titular para adquirir un jugador igualando el precio de la oferta de un tercero. Ejemplo: el Atleti no pone en venta a ningún jugador, sino que Barça paga supuestamente por la opción de igualar la mejor oferta que reciba el Atleti por Saúl y Giménez, en un determinado periodo de tiempo. Primero, si el Atleti no quiere vender, no lo hace. Segundo, si el jugador no quiere irse, no se va. Y tercero, si por ejemplo, el Atleti recibe una oferta de 90 millones de euros por Saúl de un tercer club, se lo comunicará al Barça y si el club catalán quiere, tendrá que poner esos 90 antes de 48 horas para ficharlo. Es decir, que la decisión siempre sigue siendo del Atlético de Madrid. Por cierto, información de servicio: Saúl tiene una cláusula de 150 millones y Giménez, de 120. Traducción: el acuerdo confidencial al que han llegado ambos clubes, salvo que el Atleti tenga una gran oferta y decida vender, es papel mojado. Ni el Barça decide, ni tiene la sartén por el mango, ni el club rojiblanco está obligado a nada. Es decir que, salvo mejor opinión, el Barça paga 15 “kilos”, con el dinero de sus socios, por algo que decidirá el Atleti. 

¿Firmar un derecho de tanteo garantiza tener un jugador al final? Ahí está la historia para reflejarlo: en 2013, fichaje de Villa mediante, el Barça pactó un derecho de tanteo sobre el propio Saúl. El jugador, lejos de salir, sigue siendo propiedad rojiblanca.  Es decir, aunque un club tenga apalabrado y firmado un derecho de tanteo sobre un jugador, el que tiene la última palabra sobre cualquier operación es el club tenedor de los derechos del futbolista. Y si no quiere, no vende. En un asunto así, nadie puede tener duda de que algunos aficionados de una SAD tendrían derecho a pedir explicaciones y responsabilidades de lo sucedido. Ahora piensen en un club propiedad de sus socios y traten de comprender cómo es posible que un club que presumía de que no pagaría ni un euro más que la cláusula por un jugador y que se jactaba de haber sido castigado con 300 euros -recurribles y pagados en cómodos plazos-, ahora haya decidido pagar 15 millones, con el dinero de los socios, a cambio de un derecho de tanteo sobre cinco jugadores sobre los que no tendrá ningún poder de decisión, salvo que otro club quiera vender esos activos.

Conclusión: en un embrollo de tal calibre, un club que ha sacado más de lo que parecía que iba a sacar y otro, que presumía de haber hecho todo bien, ha acabado pagando más de lo que pensaba. La cuenta es sencilla: el Barça paga otros 15 millones – en total, 135 “kilos”-, para hacer las paces con un club al que le RFEF había “contentado” con 300..euros. El Atleti no tiene mucho de lo que poder presumir, pero no sale lesionado del asunto. En cambio, el Barcelona, que es un club de sus socios, tendrá que explicar los detalles de todo este asunto y sobre todo, de por qué paga un dinero para tener derechos que sólo dependen de la voluntad del propio Atleti. No es triste la verdad. Lo que no tiene, es remedio. Que cada palo aguante su vela.

Rubén Uría

OttelutLiigatUutiset