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Uhamisho

Perdonanos, Messi: salvanos una vez más

Perdonanos, Messi: salvanos una vez más

Shiriki

La única forma de que esta Argentina improvisada aproveche su último cartucho es que resurja el 10. ¿Su último gol en Mundiales? Contra Nigeria...

El milagro no era un triunfo de Nigeria ante Islandia, otro de Argentina sobre Nigeria y otro resultado amable de Croacia contra Islandia. El milagro fue haber llegado hasta acá y diferenciarse de Italia, Holanda y Chile, que no tuvieron un Messi para disimular todo lo que hicieron mal. Un Messi que, sin embargo, desapareció contra Croacia y no aportó fútbol, rebeldía ni liderazgo. Un Messi del que esta Argentina llena de improvisaciones volverá a necesitar si pretende abrazarse a la última vida que le queda.

De 2006 a la fecha, ocho entrenadores intentaron domar a la Selección argentina. Ocho hombres con sus ideales, filosofías y egos. Pekerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino, Bauza y Sampaoli.

Pekerman. “¡Cómo vas a sacar a Riquelme! ¡Cómo vas a dejar a Messi en el banco! ¡Cómo vas a llevar a Leo Franco de arquero suplente!”.

Basile. “¿Otra vez Basile? Para Boca está bien, pero para la Selección ya está viejo. La brecha generacional con los pibes estrellitas de hoy se siente, no es joda”.

Maradona. “¿El Diego? ¡Pero si lo único que dirigió fue Racing y Mandiyú! Lo quiero mucho, pero es una locura que agarre la Selección”.

Batista. “¿¡Batista!? Ganó los Juegos Olímpicos de casualidad, no jugó contra nadie. ¿Qué sabe Batista? Los jugadores se lo van a llevar puesto”.

Sabella. “La Selección no es Estudiantes. No lo conoce nadie. Va a llevar a todos los bilardistas del Pincha, vas a ver”.

Martino. “¡Pero no tiene nada que ver con Sabella! A ver si entendemos que Argentina no es Barcelona”.

Bauza. “¡No le da para ser DT de la Selección, por favor! Además, es ultradefensivo, nada que ver con Martino. Y los de afuera no lo van a respetar”.

Sampaoli. “Es medio vende humo, pero Chile jugaba bien. Veremos…”

En diez años la Selección argentina estuvo inmersa en una serie de desmanejos dirigenciales que no hicieron más que dilapidar a una de las mejores generaciones de futbolistas argentinos de la historia. 

En ese lapso, por México desfilaron 11 técnicos, en Brasil 6, al igual que en Colombia y Chile. En España 3 (o 4, si contamos el interinato de Hierro). Apenas uno en Uruguay y Alemania. “Ojalá fuéramos como Alemania y trabajáramos como ellos” , dijo Messi en una entrevista con TyC Sports, hace menos de un mes.

Las alegrías de Messi en celeste y blanco remiten a los juveniles. En mayores, “el veneno” viene desde aquella Copa América 2007, con el Coco como DT y el cachetazo de un Brasil B. A partir de 2008, en esos Juegos Olímpicos de Pekín, empezó a tomar el liderazgo de la Selección. El futbolístico. El otro no.

Por el otro lo torturamos durante años, exigiéndole que además de ser sobrenatural con la pelota, cante fuerte y claro que “o juremos con gloria morir” , demuestre la personalidad de Maradona, porque claro, para ser un legítimo superhéroe nacional debe tener el gen del que vengó las Malvinas, levantó la Copa, jugó con el tobillo redondo, insultó a los italianos del norte que silbaron el himno argentino, se peleó con la FIFA, cayó y se levantó del doping, le disparó a periodistas y salvó a la Selección de quedarse afuera del Mundial ’94.   

"¿Cómo puede ser que no cante el himno? En Barcelona mete 5 goles por partido y en la Selección no juega a nada. Obvio: allá no lo marcan, en Sudamérica es diferente, lo matan a patadas" .

La “mística” motivadora del Diego no fue suficiente contra la maquinaria alemana en 2010. Afuera en cuartos de la Copa América 2011 en Argentina. Brasil 2014 parecía el fin del karma, pero también fue el principio. “Me gustaría poder volver el tiempo atrás y tener esa situación contra Alemania, en la final”, admiitó Leo en esa misma nota.

Germany_Argentina_Neuer_Messi

Cachetazo de Chile x1, cachetazo de Chile x2 con penal errado del 10 incluido. Y, de pronto, cuando en un rapto tanático, algo así como una pulsión de muerte, osa decir “esto no es para mí, se acabó la Selección”, se nos ahueca el pecho, anuda la garganta y el tobogán mental conduce un pozo negro.

Como dijo Casciari, rompimos el juguete más divertido del mundo que teníamos y no sabemos jugar a otra cosa. Él se refirió al fútbol, pero bien podría aplicarse a Messi. Y no sabemos jugar a otra cosa, no aprendimos. Jugamos a que tenemos a Messi y siempre nos protegerá. Como en Quito, después de hacer todo para no clasificarse a Rusia, Messi decidió que no quería perderse su cuarto Mundial.  

Lionel Messi juguete toy Argentina Croatia 2018

PRÓCERES CON LA 10  

Es inherente al ser humano la necesidad de personificar deidades para sentir que no hay imposibles. Héroes, próceres, salvadores. En Argentina, por lo general, estos seres superiores portan un sello distintivo: la número 10.  

La esperanza y la ilusión son componentes inmensurables que se parecen extinguirse para siempre en cada frustración. Perdemos y nos enojamos por haber resignado cosas para ver un partido, ir a un estadio, viajar, etc. La pasión, también inexplicable, se vuelve un motor de vida irracional .

La paliza con Croacia todavía duele y dolerá más si la Selección no ayuda a las matemáticas en su última chance. En su constante lucha contra Argentina, el primer desafío es que gane Argentina. ¿Sorprende el 0-3? No. ¿Duele? Claro.

Isidoro Vegh, psicoanalista argentino, teorizó respecto de la diferencia entre el dolor y el sufrimiento. “El dolor irrumpe, nos asalta sin quererlo; el sufrimiento es la primera respuesta luego de asumir el dolor. Y ahí emergen diversos caminos, mejores y peores: caer en una depresión o pelea para esconder el dolor, o bien, convertir ese dolor en la posibilidad de encontrar algunas preguntas para que, con lo que sigue, hacer algo mejor” .

Tal vez aún no hayamos atravesado el dolor. Cuando tarde o temprano eso llegue, serán necesarias muchas de esas preguntas.  

La pasión y la ilusión son las que nos llevan a festejar goles de Musa cuando los de Messi no llegan. Su último grito en Mundiales fue, justamente, contra Nigeria. ¿Será el martes, San Petersburgo, la tierra de la resurrección?

¿Qué resultados necesita Argentina para pasar a octavos?

Perdonanos, Messi: salvanos una vez más

La única forma de que esta Argentina improvisada aproveche su último cartucho es que resurja el 10. ¿Su último gol en Mundiales? Contra Nigeria...

El milagro no era un triunfo de Nigeria ante Islandia, otro de Argentina sobre Nigeria y otro resultado amable de Croacia contra Islandia. El milagro fue haber llegado hasta acá y diferenciarse de Italia, Holanda y Chile, que no tuvieron un Messi para disimular todo lo que hicieron mal. Un Messi que, sin embargo, desapareció contra Croacia y no aportó fútbol, rebeldía ni liderazgo. Un Messi del que esta Argentina llena de improvisaciones volverá a necesitar si pretende abrazarse a la última vida que le queda.

De 2006 a la fecha, ocho entrenadores intentaron domar a la Selección argentina. Ocho hombres con sus ideales, filosofías y egos. Pekerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino, Bauza y Sampaoli.

Pekerman. “¡Cómo vas a sacar a Riquelme! ¡Cómo vas a dejar a Messi en el banco! ¡Cómo vas a llevar a Leo Franco de arquero suplente!”.

Basile. “¿Otra vez Basile? Para Boca está bien, pero para la Selección ya está viejo. La brecha generacional con los pibes estrellitas de hoy se siente, no es joda”.

Maradona. “¿El Diego? ¡Pero si lo único que dirigió fue Racing y Mandiyú! Lo quiero mucho, pero es una locura que agarre la Selección”.

Batista. “¿¡Batista!? Ganó los Juegos Olímpicos de casualidad, no jugó contra nadie. ¿Qué sabe Batista? Los jugadores se lo van a llevar puesto”.

Sabella. “La Selección no es Estudiantes. No lo conoce nadie. Va a llevar a todos los bilardistas del Pincha, vas a ver”.

Martino. “¡Pero no tiene nada que ver con Sabella! A ver si entendemos que Argentina no es Barcelona”.

Bauza. “¡No le da para ser DT de la Selección, por favor! Además, es ultradefensivo, nada que ver con Martino. Y los de afuera no lo van a respetar”.

Sampaoli. “Es medio vende humo, pero Chile jugaba bien. Veremos…”

En diez años la Selección argentina estuvo inmersa en una serie de desmanejos dirigenciales que no hicieron más que dilapidar a una de las mejores generaciones de futbolistas argentinos de la historia. 

En ese lapso, por México desfilaron 11 técnicos, en Brasil 6, al igual que en Colombia y Chile. En España 3 (o 4, si contamos el interinato de Hierro). Apenas uno en Uruguay y Alemania. “Ojalá fuéramos como Alemania y trabajáramos como ellos” , dijo Messi en una entrevista con TyC Sports, hace menos de un mes.

Las alegrías de Messi en celeste y blanco remiten a los juveniles. En mayores, “el veneno” viene desde aquella Copa América 2007, con el Coco como DT y el cachetazo de un Brasil B. A partir de 2008, en esos Juegos Olímpicos de Pekín, empezó a tomar el liderazgo de la Selección. El futbolístico. El otro no.

Por el otro lo torturamos durante años, exigiéndole que además de ser sobrenatural con la pelota, cante fuerte y claro que “o juremos con gloria morir” , demuestre la personalidad de Maradona, porque claro, para ser un legítimo superhéroe nacional debe tener el gen del que vengó las Malvinas, levantó la Copa, jugó con el tobillo redondo, insultó a los italianos del norte que silbaron el himno argentino, se peleó con la FIFA, cayó y se levantó del doping, le disparó a periodistas y salvó a la Selección de quedarse afuera del Mundial ’94.   

"¿Cómo puede ser que no cante el himno? En Barcelona mete 5 goles por partido y en la Selección no juega a nada. Obvio: allá no lo marcan, en Sudamérica es diferente, lo matan a patadas" .

La “mística” motivadora del Diego no fue suficiente contra la maquinaria alemana en 2010. Afuera en cuartos de la Copa América 2011 en Argentina. Brasil 2014 parecía el fin del karma, pero también fue el principio. “Me gustaría poder volver el tiempo atrás y tener esa situación contra Alemania, en la final”, admiitó Leo en esa misma nota.

Germany_Argentina_Neuer_Messi

Cachetazo de Chile x1, cachetazo de Chile x2 con penal errado del 10 incluido. Y, de pronto, cuando en un rapto tanático, algo así como una pulsión de muerte, osa decir “esto no es para mí, se acabó la Selección”, se nos ahueca el pecho, anuda la garganta y el tobogán mental conduce un pozo negro.

Como dijo Casciari, rompimos el juguete más divertido del mundo que teníamos y no sabemos jugar a otra cosa. Él se refirió al fútbol, pero bien podría aplicarse a Messi. Y no sabemos jugar a otra cosa, no aprendimos. Jugamos a que tenemos a Messi y siempre nos protegerá. Como en Quito, después de hacer todo para no clasificarse a Rusia, Messi decidió que no quería perderse su cuarto Mundial.  

Lionel Messi juguete toy Argentina Croatia 2018

PRÓCERES CON LA 10  

Es inherente al ser humano la necesidad de personificar deidades para sentir que no hay imposibles. Héroes, próceres, salvadores. En Argentina, por lo general, estos seres superiores portan un sello distintivo: la número 10.  

La esperanza y la ilusión son componentes inmensurables que se parecen extinguirse para siempre en cada frustración. Perdemos y nos enojamos por haber resignado cosas para ver un partido, ir a un estadio, viajar, etc. La pasión, también inexplicable, se vuelve un motor de vida irracional .

La paliza con Croacia todavía duele y dolerá más si la Selección no ayuda a las matemáticas en su última chance. En su constante lucha contra Argentina, el primer desafío es que gane Argentina. ¿Sorprende el 0-3? No. ¿Duele? Claro.

Isidoro Vegh, psicoanalista argentino, teorizó respecto de la diferencia entre el dolor y el sufrimiento. “El dolor irrumpe, nos asalta sin quererlo; el sufrimiento es la primera respuesta luego de asumir el dolor. Y ahí emergen diversos caminos, mejores y peores: caer en una depresión o pelea para esconder el dolor, o bien, convertir ese dolor en la posibilidad de encontrar algunas preguntas para que, con lo que sigue, hacer algo mejor” .

Tal vez aún no hayamos atravesado el dolor. Cuando tarde o temprano eso llegue, serán necesarias muchas de esas preguntas.  

La pasión y la ilusión son las que nos llevan a festejar goles de Musa cuando los de Messi no llegan. Su último grito en Mundiales fue, justamente, contra Nigeria. ¿Será el martes, San Petersburgo, la tierra de la resurrección?

¿Qué resultados necesita Argentina para pasar a octavos?

MechiLigiHabari